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Voces

Cantos atormentadores acompañan la florecilla de diciembre.  Nadie  nunca jamás habló de callar el sonido de afuera. Jamás se le dijo a esta pobre alma la necesidad de callarse fuera para escuchar dentro.  Los errores son resultado del vacío inminente del echar todo a perder, de esclarecer en la cueva más recóndita que somos de donde venimos y que no tiene sentido cambiar lo que se es. Estas voces hirieron más de lo que podían y llenaron nada en el fortuito tesoro donde nacen los colores. Jamás se permitirán las voces amargas que llenaron de grises las entrañas infantes.  Los colores hacen parte de mi alma en un devenir eterno. Soy lo que fluyo sin raza, ni género.  Porque, al parecer, apagué esas voces y aprendí a escucharme. 

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